domingo, 17 de junio de 2007

Si bebes no trabajes

El otro día salí por la noche de cachondeo. Guau. Las 05:00 a la hora de volver a casa. Además me encontré con un grupo de chavales tocando canciones bajo mi ventana, con una guitarra -qué pequeño es el mundo-; los chavales no tocaban mal, pero era una tocada de narices, máxime habiendo por el barrio tantos sitios -parques, por ejemplo- donde no molestarían si se pusieran a tocar la guitarra.

Y de aquí a tres horas tengo que estar en pie para ir a la oficina a currar. Eso duele.

He de admitir que la noche trajo momentos buenos. Me encontré a una amiga que hacía bastante que no veía, charlé con ella, luego salí con mis colegas "de la marcha" etc, etc. pero al día siguiente el cuerpo se ve muy perjudicado.

Mi vida de joven independizado prematuramente me aboca a salir con la tuna para vivir del morro, además de mi trabajo de sábados por la mañana, pero hay límites para todo. Lo de buscar un trabajo como dios manda para no tener que vivir del cuento ya lo he intentado bastante durante este año, pero la verdad es que la cosa está muy jodida. La tuna: la última esperanza de los jóvenes españoles. Hay que joderse.

Y el trabajo parece reproducirse. No hay piedad. El rato del almuerzo parece un momento de asueto para mi situación, pero la verdad es que mu' mal que está la cosa, y peor que se va a poner.

Ya en su día sufrí un síndrome también muy jodido,producido por ir a clase sin siquiera haber dormido después de una noche de cachondeo. Aunque lo que me pasó entonces fue una cosa bastante rara: era un sueño troceado. Cada pocos segundos cabeceaba, y tenía un trozo de un sueño, que consistía en que, en el sueño, estaba aprendiendo a hacer páginas web. Y lo alternaba con una clase en la vida real de electrónica. Combinar transistores con lenguaje HTML fue una de las experiencias más raras que recuerdo haber tenido en toda mi vida, porque además el sueño continuaba, con lo que eran unos pocos segundos de una cosa, unos pocos de la otra... y así me pasé las dos horas de clase. Horrible.

Me gusta postear esto, que para muchos resultará una chorrada, porque seguro que muchos otros se ríen al verse retratados en este relato.

La mañana terminó, pero la verdad es que no quedó nadie en la oficina que no me dijera algo referente a mi mal estado después de una noche de cachondeo.

A veces pienso que, en esa afición que tienen de sacarnos impuestos por todo, el día en que se les ocurra poner controles de la Guardia Civil que hagan la prueba de alcoholemia para entrar a trabajar por las mañanas, a más de uno nos van a hacer los tíos más desgraciados de este lado del mundo. Con la tuna espero que no llegue a pasar nunca, porque entonces te verías en la situación de tener que pagar una multa cada vez que sales con la estudiantina.

Fue llegar a casa, decir "Hola cariño", comer y acto seguido a dormir.

Lo dicho, señores: la próxima campaña de la DGT debería ser "Si bebes, no trabajes"

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